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domingo, 3 de enero de 2016

"EL MALDITO MALETIN" (Autora: CRISTINA FLANTAINS)


-No se puede ir así por la vida, con esos pelos despeinados todo el día, pensando que porque te has puesto los vaqueros menos viejos que tienes ya vas bien vestida, con esos zapatos de punteras peladas y esa chaqueta de lana llena de bolitas. Te presentas aquí para que te dé el visto bueno pero… ¿tú crees que esa es manera de enfrentarse a una entrevista de trabajo?  Vas a presentar un proyecto delante de siete personajes y te traes el ordenador y las copias  del proyecto ¡en una bolsa de reciclaje de las que dan en el supermercado!¡pero en qué mundo vives! Necesitas que te compren sí o sí, estas en una situación extrema, tus hijos, por dios, Clara, ¡piensa en tus hijos! ¿Qué va a ser de vosotros cuando se te termine el subsidio de desempleo?

Qué va a ser de nosotros cuando se me acabe el subsidio de desempleo. Así que me puse en sus manos, mi hermana es un fenómeno organizando cosas, lo que sea, es de ese tipo de personas que siempre lo tiene todo claro, joder, nunca entendí porque ella sí y yo no: nos educaron los mismos padres, el mismo ambiente, el mismo colegio… todo lo mismo, hasta dormíamos en la misma habitación y sin embargo ella se come la vida y a mí la vida me come, sin solución.

-A ver, espabila colega; pantalón negro de vestir, busca la blusa que más te guste de mi armario, los zapados de medio tacón y como te vea dar un traspié con ellos te meto una colleja, haz el favor de coger unos calcetines de media del cajón de Pedro.-
-No se mosqueará porque le coja unos calcetines.-
-No se va a enterar, tranquila.-
-Prefiero que me dejes unos tuyos.-
-No te los dejo y punto.-

Ella es buena gente, pero tiene sus cosas, sabe que solo de pensar que llevo los calcetines de mi cuñado no voy a estar relajada ni un minuto, no tengo nada que decir de mi cuñado, pero no me gusta llevar sus calcetines, pienso en esos pies enormes y peludos y se me encogen las tripillas, pero me los pongo dócilmente. Que me haya dejado elegir una blusa me lo compensa todo, además su ropa huele a colonia, aunque esté recién lavada y planchada, a colonia mezclada con su propio aroma, oler a eso me tranquiliza, me da seguridad, nada más que me pongo la blusa me veo con ánimos para comerme el mundo, ya tengo a esos siete metidos en el bolsillo, ya les he vendido mi producto, ya me lo quitan de las manos y estoy firmando un contrato. Y eso es lo único que quiero, firmar un contrato.

No me dejo tocar el pelo, así que mientras se va al trastero a buscar su viejo maletín me quedo sola en el servicio fingiendo que me peino, me gusta mi media melena desordenada, tan pronto me la puedo poner toda para atrás y quedarme con la cara despejada, como con un  movimiento de nuca la puedo traer toda hacia delante para darme un respiro de este puto mundo. Un poco de brillo en los labios, un poco de rímel en las pestañas, nada de lápiz de ojos ¡nada más de nada! Oigo la puerta ya vuelve con su precioso maletín.

-A ver qué traes en esa bolsa: el portátil, diez copias del proyecto, ¿no decías que eran siete?.-
-Ya, por si acaso.-
-Bien pensado. El móvil, el tabaco, el mechero, la cartera; ¿nunca te ha explicado nadie que hay unas cosas que se llaman bolsos y que se usan para llevar todo esto?-
-Déjame en paz, me estas poniendo más nerviosa.-
-A ver, pilla todo eso y mételo con orden en el maletín.-

Lo meto en el maletín, lo meto con dedicación como si de esa manera de meter dependiese todo. Y lo cierro. Ya está. Me observa desde sus zapatillitas con forma de mocasín, me mira y sé que se siente orgullosa de lo bien que he quedado. Sonríe y luego me abraza murmurando en la oreja que ya les tengo convencidos. Acaricia el maletín y me lo pone en la mano.
-Podrás con ello, estoy segura.-

Mientras voy hacia la sede de H&J S.A me siento como se debió de sentir Moises al cruzar el Mar Muerto, con todo ese mogollón de gente detrás de él, y empujo el asfalto con tanta decisión que la puerta de H&J SA está delante de mí antes de lo previsto. No quiero esperar, me encantaría llegar y poder entrar sin tener que esperar, esperar me tortura, no valgo para esperar, ya he esperado demasiado, no quiero espera. Y todo va viento en popa porque no espero.
            Entro en la sala. Una luz blanquísima cae sobre la cabeza de mis siete oponentes y se desparrama por la mesa larga e impoluta, me presento y explico brevemente por qué estoy allí, alguien me dice que tengo quince minutos para hacer mi presentación y convencerles. Poso el maletín sobre la mesa y me dispongo a abrirlo. Pero el maletín no se abre. Hay un silencio expectante. No me quiero poner nerviosa y menos aun que se me note, pero cuando comprendo la puñetera situación empiezo a sudar.
-¿Tiene alguna dificulta?-
-No consigo abrir el maletín, les pido un minuto de paciencia.-
-Permítame ayudarle.-
Y se van levantando, primero uno, luego otro más y así hasta que están todos alrededor del maletín, forcejeando, desarrollando sus estrategias de habilidad o de fuerza y el maldito no se abre. Una voz se sobre pone al murmullo general.
-Señores han pasado los quince minutos, les ruego que ocupen sus asientos y a la señora Clara que abandone la sala. Siento el percance, querida, pero ya ve que no está en nuestras manos hacer nada. Quizá, para la próxima vez.-


Estoy sentada a la vereda de un caminito rustico del parque, estoy sentada encima del maletín y, tras quitarme los zapatos y los calcetines de mi cuñado, he metido los pies en un charco fantástico que parece que alguien ha puesto aquí a propósito. Oigo sonar el móvil, debajo de mi culo, dentro del maletín. Me vuelven a entrar las ganas de llorar. Menuda mierda de día.

2 comentarios:

  1. En estos casos pienso que deberíamos saber más acerca de las personas para poder dar la oportunidad que seguro se merecen.
    Ya sé que la vida es así, a mi también me maltrata, pero me jode que no tenga su oportunidad. Esto no es un simple relato, es una secuencia de la vida, para desgracia de los personajes muy repetido.

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  2. Gracias por leer y decir Pitofiño. La vida misma sí... eso buscaba.

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