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viernes, 29 de enero de 2016

...Y SIN HACER RUIDO (Autora: MARI SOL VILLAGRA GONZALEZ)


Las seis de la madrugada. Suena el despertador que ya estoy esperando. Al primer toque aprieto el botón que lo silencia y a continuación aparece Katy por mi lado de la cama para darme unos lametones y los "buenos días".

Marcelo se da la media vuelta y sigue durmiendo -cuenta con un par de horas más antes de que suene el suyo.
Me levanto rauda y contenta, y sin hacer ruido me preparo el desayuno. Me lo tomo saboreando cada actividad que tengo planeada para este día, desde hace muchos, muchísimos días. 
Toda la cocina huele a café y en la encimera queda preparado el desayuno de toda la familia. No tienen más que servirse.
A las seis treinta entro en el baño y me arreglo como para salir de fiesta. Me gusta ponerme guapa todos los días; guapa, elegante y "glamourosa". Un poquito de rimmel, mi perfume favorito, los tacones y ya está!. 
Já ! (Me miro al espejo secretamente, y  pienso que soy un bombón !).



         Oh ! Las siete treinta ! Superviso las zonas comunes de la casa: salón-salita-comedor, cocina y baño principal. Así, cuando llegue Rita a las ocho le doy las instrucciones de lo que tiene que hacer...
A las ocho en punto se van levantando todos, remoloneando, parloteando; no sé lo que dicen. Sólo sé que siguen fielmente la ruta del olorcillo a café.
Café con tostadas. Me encanta !
Y puntual como todos los días llega Rita que empieza por las habitaciones, sigue por la cocina, lugares comunes salón-salita-comedor, terminando por los baños. Ella sabe que tiene que limpiar pero respetando el "desorden" de los chicos.
Sólo eso.
Beso de Marcelo que a las ocho treinta tiene que estar en el trabajo, y besos de los chicos que empiezan sus clases a las nueve en punto.
A las diez se va Rita, que lo deja todo casi perfecto. Y un minuto después salgo yo. La casa queda al cuidado de Katy, que es la verdadera supervisora del orden.
Já ! ( Salgo pisando fuerte con mis tacones porque, secretamente, su sonido me entusiasma !)



         A las diez treinta estoy en mi oficina. Ocho horas en jornada continua dedicándome al arte en todas sus facetas. Hacemos proyectos para exposiciones y para subastas. Compramos y vendemos. Y, sobre todo, mimamos a nuestros artistas, ya sean pintores, escritores o escultores.
 Es fascinante !
Dos o tres veces al día, me llaman con algún problemilla: Marcelo, que llegará tarde a cenar... Alguno de los chicos, que he perdido la bolsa de deporte, que necesito tal libro, que se me han roto las gafas,... Todo tiene solución. Son buenos estudiantes. Pienso que no es para preocuparse demasiado.
A las veinte treinta estoy de vuelta en casa en un día normal, si no hay algún evento programado que alargue la jornada de trabajo hasta las diez de la noche.
Abro la puerta principal: un pasillo de dos metros. A la derecha, cinco percheros con cinco taburetes-cajón me dicen quién ha llegado antes que yo... y en qué circunstancias. A la izquierda, cinco percheros de pared con la ropa de abrigo colgada. Bien ! Están todos y todo parece estar en su sitio !



         Me quito ya los tacones.
Los chicos están estudiando en sus habitaciones; muy centrados. Estoy convencida de que tienen un futuro muy prometedor.
Marcelo, que también ha llegado antes que yo, está sentado en el sofá leyendo un libro o haciendo como que está interesado en la lectura...
Le miro como insinuándome, a ver cómo reacciona.
Me devuelve la mirada y me dice amable y rastrero: "Buenas noches, cariño. Has tenido un buen día ?".
Le contesto que "sí" (procurando que no se note que no me alegro de verle), y que "estoy muy cansada".
Me acerco para darle un beso y como siempre, todo el bonito día se me cae al suelo !
Já ! (Secretamente me pregunto cómo es posible que no se dé cuenta de que al acercarme para besarle puedo distinguir todos los perfumes -baratos o caros- que no son el mío !)
Paso de todo... y sin hacer ruido, me voy a dormir.

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