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lunes, 3 de junio de 2019

"LA CASA DE LOS CUENTOS" (Autora: Mª Dolores Martínez Lombó)

Mª Dolores Martínez Lombó leyendo su relato en el 4º aniversario de Cuento Cuentos Contigo
(Foto: Alejandro Nemonio Aller)

Dicen, cuentan, rumorean que un extraño viajero se aproxima a la ciudad conocida con el nombre Flor, Sublantia Flor. Ahora desciende por la colina y va pisando los frondosos bordes del río, lo atraviesa allí por donde lo hizo la Pícara más pícara, por la puente llamada del Castro…pero hacia dónde se dirige, qué busca, qué pretende…mueve insistentemente un manoseado plano, coloca sobre él una pequeña brújula, haciendo dudosos y sucesivos giros como para encarrilar sus pasos hacia una dirección concreta.

Llega a la plaza de una iglesia muy antigua, examina el entorno visualmente y al no encontrar respuesta, decide buscarla en un anciano lugareño. Con la mano le indica que tiene que coger la calle del medio. Toma, pues, el viajero las calles gremiales hasta llegar al antiquísimo poblado de los francos. Ya en la plaza de los álamos blancos que aún huele a cereal e incienso, olores que se mezclan con ecos de pregones medievales y castigos justicieros, nuestro viajero descubre en busca de qué ha venido a esta milenaria cuidad… busca ansiosamente la casa de los cuentos.

La casa de los cuentos, la casa de los cuentos… musita el sacristán respondiendo rotundamente: nunca he oído hablar de una casa así. Incrédulo el viajero insiste: no puede ser posible, vengo de lejanas tierras y sé, a ciencia cierta, que aquí la tengo que encontrar.

Queda pensativo el sacristán y por si las moscas, intenta resolver a su manera. Mire, cerca de aquí hay una gran biblioteca…puede ser que esa sea la casa de los cuentos.

Sin más tregua, el buscador de cuentos se dirige a la gran biblioteca allí descubre que hay muchos libros de todas las materias y clases, también hay cuentos bien ordenados, dispuestos a ser leídos según la normativa establecida. No, no es eso lo que él está buscando.

Sigue caminando hasta llegar a una acogedora buhardilla, donde le han contado que se trabaja con cuentos y libros, día sí y día también. Observa y pregunta a unos y a otros pero decide seguir, pronto comprueba que no es esto lo que está buscando…

Patea de lado a lado la ciudad sin perder la ilusión de cumplir con el objetivo que le había acercado hasta aquí. Su rostro empezaba a reflejar el cansancio y el desánimo, pero tanto había escuchado sobre el bullicioso hervidero literario que animaba a la ciudad, que le parecía imposible no encontrar con facilidad la casa de los cuentos.

Caminaba y pensaba…habré confundido el lugar, se preguntaba… no había más bibliotecas, ya no quedaban museos para preguntar… por casualidad topó con una especie de castillo que llamaban archivo de la historia, y dijo para sus adentros: tal vez sea aquí, aquí que se guarda toda la historia… pero nada de nada sobre la famosa casa.

Baja la escalinata del antiguo castillo, parece que tiene intención de salir por la antigua puerta que rematada con un arco permitía el paso de la cuidad a extramuros, pero no… decide ir paseando por un entramado de estrechas calles hasta llegar al monumental templo. Allí le sorprende un cruzado trasiego de viandantes, insignificantes a los pies de tan prestigioso y enorme gigante que ni con la mirada conseguía abrazarlo de una sola vez.

 Por eso, poco a poco, fue observando su considerable entorno. De repente, a la sombra de la antigua muralla, en el linde de los viejos arrabales aparece Eolo inflado por los acumulados vientos de la Tremolina, limpia con un tremendo soplo el polvo, la niebla y el vaho que impedían la nítida visión de nuestro viajero.

 En un paisaje de nuevos edificios, escasos árboles y multitud de vehículos consigue ver unos férreos y comprometidos cimientos que sujetan una construcción reciente, de cuatro años exactamente, que no es otra que su tan buscada casa de los cuentos… observa y ve… sus muros están construidos con alma, sus ventanas abiertas son de corazón, la techumbre se afianza con la palabra, la música, la fotografía y el arte.

El incrédulo viajero se acerca, boquiabierto comprueba que no necesita repujar pues no hay puerta. Llega a tiempo para la fiesta y a la vez encuentra la buscada casa de los cuentos, la casa que no necesita puerta…Entra, huele a café, a menta y a helado de fresa, se pone a contar, no utiliza grandes ni pomposas palabras, le basta con esa especial actitud que permite reflejar en el cristal de los ventanales su propio corazón.

 Moraleja Primera: Lo que te hace feliz se encuentra en lugares insospechados.

 Moraleja Segunda: La constancia es la mejor ayuda para conseguir un sueño. ¡¡¡Feliz cumpleaños Cuento Cuentos Contigo!!! .

 (María Dolores Martínez Lombó. León 11 de mayo de 2019)

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