Autora: PATRICIA VALLEY
Dejando
a un lado la ondulación de las cortinas que distraen y se vuelven cuerpos exitosos
en un mundo que perece en el tiempo. Ellas no son conscientes de la belleza de
su movimiento, se ciernen a su cometido,
se vuelan por el lado de las cosas que no pesan. Y consigue enmudecerme su gesto al aire, y mi
pupila se vuelve luctuosa, a partir de su compás.
Tengo
en la sien la rabia de quienes me tiraron de la cuna ya aquí, en edad adulta,
con todos sus atardeceres sin peso. Atardeceres que se les morían en un abrir y
cerrar de ojos. Que pasaban livianos a mejor vida como las cortinas de sus
párpados. Nada pesa si no importa.
A
la vida le pido que nadie sea testigo, y ladrón por ello, y muerte de otro por
no haberle dado todas las sonrisas al alba. Que la cruz más grande es morder el
aire y que sea eso lo que enfríe las encías.
Lo
que eriza la piel es siempre lo que das por perdido, y el recuerdo no es
pérdida, la pérdida no es superlativa.
Que
no le dejen ser. Al menos que odie.
Tengo
la idea absurda de futuro como la de un constante presente convertido en miedo,
que hace inexistente su tiempo verbal. Y el verbo se hizo carne pero nunca
habitó. Pretérito perfecto simple.
A
veces uno ha de ser consciente de la nada. Y si no hay. No hay, no hay, no hay.
No pidas eco.
Tengo
la mirada desgastada de observaros y no entendéis que en vosotros está mi no.
El
obstáculo es preciso cuando se articula. Es útil cuando se hace muro. Es ajeno
y salvación de uno. La sombra cobijo. El frío conserva. Cuando se recupera la
temperatura, ya, siempre, todo, es
triste.
Sólo
la magia es capaz de sumergir algo en la levedad perpetua. Sólo la magia es
capaz de hacer que algo nazca y muera fácil.
A
veces, el miedo es el único que puede hacerte no temer. Ese impulso que bajo
una parálisis atroz, actúa como un animal lapidario que va labrándose a
martillazos en busca de derruirse por sí mismo hasta que el cansancio de los
golpes, y el ruido de los mismos, te despiertan a ti, y el miedo se va, y tú te quedas y no sabes qué pasado. Pero ha
pasado, como la exactitud de un diamante.
Nunca
una guerra es eterna. Ningún invento del hombre será eterno, ni siquiera la
historia será eterna. Llegará un día en el que el universo no soporte más la
estupidez humana, lo único infinito.
Si
es posible que algo abarque todo y para siempre. La eternidad. El amor. La
estupidez. Es lo mismo
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