Este relato fué elegido por el fotográfo Jesús Mª Rodriguez para representar su instantanea en la sección "poniendo historias" de cuento cuentos contigo, (septiembre 2.015)
Mi abuelo hacía barro y luego iba a
los mercados a vender sus jarrones. Recuerdo ver girar aquel torno que me
hipnotizaba en las mañanas de domingo, mientras calentaba las manos en la leña
de la chimenea. .Luego las ponía en aquella pala grande de madera para
introducirlas en el horno, que yo creía que era la boca del infierno. A veces
se rompían, porque el barro no estaba bastante trabajado: “es por las burbujas”
me decía mi abuelo.
Tenía unas manos grandes, del color de
la tierra, de tanto moldear figuras,
vasijas, tinajas…, pero eran suaves como el terciopelo. Aún recuerdo como
acariciaba mi pelo cuando me contaba un cuento antes de ir a dormir. Esos
cuentos nunca eran suficientemente largos, y le hacía estar en mi cama sentado
hasta que yo me dormía.
Aquella semana en el colegio sólo se
hablaba de crisis y de “ahorrar ”.Yo tenía siete años y no entendía nada de
todo aquello... Así que el domingo, al llegar a casa de mi abuelo, antes de
darle ni siquiera un beso le pregunté:
-
Abuelo,
¿qué es eso de “ahorrar”?
Mi abuelo soltó una de sus carcajadas,
me cogió la mano y me llevó a su taller. Cogió un trozo pequeño de barro, más
pequeño que otras veces y comenzó a trabajar. Aquello parecía un animalito. Y
efectivamente, eso era, un cerdito.
Tomó mi mano y puso en ella un
cuchillo sin punta y me dijo: “ahora haz una ranura aquí”. Yo, sin preguntar
para qué, lo hice. Mi abuelo era todo lo que yo quería ser de mayor, un gran
sabio, y por eso confiaba en él ciegamente. Mientras
aquel extraño cerdito pasaba a lo que yo llamaba “el infierno”, mi abuelo me
explicó:
-
“Esa
ranura que hemos hecho, sirve para ahorrar. Puedes meter en el cerdito todo
aquello que quieras que perdure, que te sirva para el futuro”
-
¿Cómo
qué?
-
Monedas,
billetes…
- Me quedé pensativo y dije:
- ¿Y sueños?
Mi abuelo miró al cielo… y casi
susurrando dijo: así era yo con siete años. Y su cara se llenó de satisfacción.
Las nubes también sonreían.
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