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martes, 17 de abril de 2018

NOCHES DE INQUIETUD (Autora: Julia Alvarez)


Últimamente le resultaba complicado conciliar el sueño, escuchaba ruidos que le sobresaltaban, ni siquiera las plantas que le recomendó aquella amiga conseguían que las horas de descanso fueran reparadoras, se levantaba cansado, alterado, con dolores.

Aquella mañana cuando sonó el dichoso despertador para acudir a trabajar fue un esfuerzo titánico salir de la cama, la cabeza le estallaba. Se dirigió a la cocina para preparar el desayuno y de pronto se encontró en el vestíbulo de su piso un montón de papeles tirados en el suelo y alguno de los objetos decorativos que tenía en el mueble de la entrada hecho añicos. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Quién había entrado a lo largo de la noche en su casa para preparar semejante desaguisado?.

La puerta que daba a acceso a su vivienda no parecía en ningún caso forzada.

Su corazón comenzó a latir con fuerza angustiado ante lo que contemplaban sus ojos. Quizá debía de poner en conocimiento de la policía lo que sucedía, pero no había indicios de que nadie hubiera entrado de manera irregular y por supuesto, la otra llave del piso estaba en casa de su hermana que precisamente en aquellos momentos volvía de pasar unos días de vacaciones en la playa, con lo cual era materialmente imposible que hubiera sido ella, y además ¿para qué aquellos destrozos?.  De todas maneras, la llamaría a lo largo de la mañana para preguntarle si había perdido la llave o se la había quitado.

Decidió no tocar nada y darse una ducha, a ver si el agua conseguía despejarle el aturdimiento que experimentaba. Aunque antes comprobó que la ventana del baño estaba cerrada y nadie se había colado por ella. Todo en orden allí. Dejar que el agua caliente cayera por su cuerpo fue bastante reconfortante. Y mientras se secaba con la toalla y comenzaba a vestirse, recordó que no había revisado la puerta de la terraza del salón. Era una zona conflictiva que ya había dado problemas a varios vecinos que estaban valorando cerrarlas dado que a través del canalón bajante se había producido algún allanamiento,  pero cuando los ocupantes estaban de vacaciones. Nada, ningún desperfecto, la puerta estaba perfectamente cerrada y los cristales sin daño alguno.
Desayunó algo a pesar de tener el estómago un poco revuelto y seguir alterado y muy preocupado por lo que estaba sucediendo. Todo era muy extraño, no parecía faltar nada y simplemente eran los destrozos y los papeles revueltos.

Cuando llegó a su trabajo, llamó a su hermana para asegurarse de que no había perdido la llave y comentarle lo sucedido. Ella le dijo que acababa de llegar a su casa, y mientras hablaban comprobó que la llave continuaba en su sitio. Le sugirió que hablara con la policía, pero claro no habían robado nada, ni puertas ni ventanas estaban forzadas. Era todo bastante absurdo.

Pasó el día muy inquieto, sin saber qué hacer. Al entrar de nuevo en casa al finalizar la tarde todo seguía igual que por la mañana. Los papeles tirados y los fragmentos de los adornos rotos en el mismo lugar. No se atrevió a recoger nada. Se dirigió al baño para darse una ducha relajante y puso un poco de música. Cenó algo ligero y se tomó una de aquellas tisanas que le había recomendado Adela, … por cierto, tenía que llamarla, hacía muchos días que no se veían para cenar o tomar algo. Era una amiga muy especial, entre ellos había mucha química y pasaban ratos muy divertidos. Ella le había asegurado que aquel brebaje de hierbas le ayudaría a descansar, aquella temporada estaba siendo muy complicada en el trabajo con sucesivos conflictos y reajustes que le habían sobrecargado de obligaciones, muchas de ellas ajenas a su cometido real.

Preparó la infusión, la dejó reposar unos minutos y la endulzó con una cucharadita de miel. Tenía un olor muy agradable, mucho mejor que su sabor. A ver si aquella noche podía conciliar mejor el sueño y no sucedía ningún fenómeno anormal. Al día siguiente recogería todo y pasaría la aspiradora para dejar limpia la entrada de casa. Dejaría de darle vueltas a la cabeza para encontrar una explicación algo lógica a aquel suceso. Imposible, era una locura.

Cayó en la cama profundamente dormido. En sus sueños discurrían acontecimientos locos e inquietantes: puertas que se abrían de golpe, ruidos lejanos de pasos que resonaban en la madera, voces que articulaban palabras inconexas e incomprensibles, era angustioso todo aquel despliegue que le provocaba un continuo movimiento en la cama. Y de pronto, allí estaba, aquel ser plantado delante del mueble de la entrada dispuesto a destrozar alguna de sus cosas. Lo estaba viendo claramente, de pi, impasible aunque no apreciaba de forma clara cómo iba vestido dada la oscuridad reinante, lo cierto es que parecía un hombre. Qué angustia!! Sentía que no podía moverse… Y de pronto, sucedió. Aterrado tuvo la lucidez suficiente para activar la llave de la luz y lo miró…. o mejor dicho, se miró…. sí, se sobresaltó al comprobar que aquel ser humano era él mismo reflejado en el espejo de la entrada en el preciso instante en que tenía aquella figura que había sido de su madre en la mano para lanzarla al suelo con rabia. Sé quedó congelado mirando la escena sin saber a ciencia cierta si era un sueño o la realidad, pero siendo consciente de la luz y de que él era el intruso que actuaba de aquella forma tan errática. Soltó la figura que tenía en la mano y cayó de rodillas al suelo llorando, sin saber qué le estaba sucediendo realmente. Agotado se quedó dormido y allí se despertó cuando oyó lejanamente la alarma del despertador que estaba en la mesita de su habitación.

Al principio no sabía ni dónde estaba ni qué hacía tirado en el suelo, pero luego recordó lo sucedido durante la noche. Decidió acudir urgentemente a su médico. Algo le estaba sucediendo y no podía dejarlo pasar. Le hicieron unos análisis que pusieron de manifiesto que aquellas hierbas habían producido una alteración bastante grave en su metabolismo, que no las asimilaba correctamente y le estaban resultando un potente tóxico que le hacía actuar de aquella forma. Curiosamente, había roto cosas vinculadas a recuerdos de su vida y a personas del pasado no demasiado agradables, pero que nunca se había decidido a tirar a la basura. Quizá la locura tiene su punto de verdad y hace aflorar nuestros más secretos deseos

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