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martes, 19 de febrero de 2019

"ESPINAS EN EL CORAZÓN" (Autor: JUAN CARLOS GARCIA CRESPO)

 Foto propuesta para la sección "poniendo historias" del mes de febrero 2019
AUTOR: MARCELO OSCAR BARRIENTOS TETTAMANTI

Relato elegido para representar la fotografía de Marcelo
AUTOR: JUAN CARLOS GARCIA CRESPO

A Clara le gusta ayudarme en la cocina, coloca la mesa para las dos, luego arrima una silla a la encimera, sube y abre el microondas para meter su Cola cao y calentarlo lo necesario para que se deshagan los grumos. Esto le hace sentir mayor, a sus seis años demuestra ser mucho más adulta que cualquier mujer. Coge sus galletas de dibujos y prepara mi café; un día al sacarlo se abrasó los dedos, me gusta tan caliente que a veces cuando terminan los minutos el interior del aparato parece una erupción volcánica; así que, desde entonces, lo mete en el micro y me avisaba un poco después, -mami ya casi tienes tu coffi-. Nos sentamos las dos a la mesa a desayunar y, como siempre, miramos tras la ventana el paisaje, si llueve, hace viento o un sol radiante; observamos los pequeños animalitos que viven alrededor y si hay algo que decir lo decimos y si no, desayunamos absortas en el valle. Hoy Clara se fijó en un gorrión -que bonito es mami-, no era la primera vez que lo veíamos o hablábamos de él, todos parecen iguales pero nosotras sabíamos que era el mismo; cada día se posaba sobre los espinos ignorando al resto de pajarillos.

-          - ¿Y no se pincha?
-         -  No hija, son muy listos -le dije sin muchas ganas de hablar-.
-         - Pues con tantos pinchos alrededor nadie se te va a acercar.
-          -Tampoco se acercarán los depredadores.
-         - ¿Por qué se aísla?, hay cientos de pájaros por ahí. Sal.
-         -  Igual no me a apetece compañía.
-          - Ahí sólo se va a helar. Deberías quitar las espinas o tu corazón se va a congelar.
-         -  No es para tanto, los pájaros tienen plumas calentitas.
-          - ¿Y por qué no canta?
-          - Por qué va a cantar?.
-          - Por que si cantas tus miedos espantas; y tú tienes muchos.
-          - Los pájaros no tienen miedo a nada.
-         -  Entonces, ¿por qué te encierras en ti?
-          - Si te sientes segura en un lugar no tienes miedo de nada.
-          - Pero te escondes entre los espinos.
-          - Aquí tu padre no nos hará más daño.

La niña, muy curiosa, siguió preguntando. Eran tantas sus preguntas que apenas me di cuenta en que momento empezó a interrogarme. Fue tan sutil su cambio de conversación que tampoco supe en que momento empecé a hablar de mí y no del pájaro. Mirando al infinito a través de la ventana, agarrada a mí taza de café, ya helado, perdida en mis recuerdos, no supe si era mi hija o yo quién preguntaba, no distinguí si contestaba sus cuestiones o en voz alta argumentaba mis propias incógnitas intentando analizar mi vida. Clara seguía sacando entresijos de mí interior, lo hacia continuamente, cada día, con cada acción, raramente yo lo notaba pero ella intentaba ayudarme a alzar el vuelo y a volver a ser feliz.

Hacía rato que había dejado de ver el pájaro entre el alambre, aunque seguía allí. Sólo me veía a mí, indefensa, pequeña y frágil igual que el gorrión, rodeada de alambres, zarzas y espinos, donde nadie podía penetrar; donde yo no podía salir. No importa -pensé-, no podrán volver a hacernos daño.

Mi hija tiene razón, si cierras todas las puertas nadie puede entrar, pero tú tampoco puedes escapar. Toda la rabia y dolor del cuerpo hay que dejarlo marchar antes de que acabe pudriendo el alma. Su padre nos hizo tanto daño que no podía volver a tener fe en nadie, ni siquiera en esta casa de acogida, donde, hasta el momento, todos parecen tratarnos bien. Perdí la confianza en las buenas palabras, las buenas acciones y las buenas personas. Apenas salgo, apenas habló con nadie, sólo la tengo a ella, sólo Clara me conecta al mundo, parece no acordarse de nada, como si todo el dolor que vio hubiera sido un mal sueño. Una pesadilla de la que aún no he despertado.


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