Sección "PONIENDO HISTORIAS" (Diciembre 2018) cuyo protagonista fué Flinn el caracol, (mascota de nuestro colaborador Marcelo Oscar Barrientos).
Dos cartas y un relato que junto junto con el seleccionado para representar la sección de este mes (también publicado en este blog el día 21-1-2019, del escritor Juan Carlos Crespo) quisieron rendir un pequeño homenaje a nuestro pequeño Flinn, (que concluyo su ciclo vital recientemente), por habernos hecho disfrutar con sus divertidas aventuras.
CARTA A FLINN
(Autora: JULIA ALVAREZ)
(Autora: JULIA ALVAREZ)
Estimado Flinn:
Como no evocarte y homenajearte ahora que te has ido al paraíso de los caracoles, porque seguro que tenéis uno donde comer mucha hierba fresca y disfrutar sin prisas. Tú formas parte de este colectivo de cuenteros desde siempre. Creo que casi hemos nacido y crecido juntos. Contigo hemos vivido muchas aventuras, porque te has hecho muy famoso gracias a las fotos de uno de tus dueños, un tal Marcelo, fotógrafo, poeta, cuentero y a veces un poco diablillo, que nos ha enseñado como participabas de la Semana Santa, como te ibas a la playa, como vivías aventuras divertidas o como te iban fabricando un book fotográfico digno de una gran estrella. También hemos tenido noticia de que te han puesto sustitutos, ya sabes: “A caracol muerto, caracol puesto”. Les cogeremos mucha estima a Brócoli y Valentina, por supuesto, pero tú seguirás siendo por siempre nuestro admirado caracol Flinn.
Recordarte me trae a la memoria mis correrías infantiles por mis añorados verdes prados asturianos cantando a multitud de caracoles que aparecían después de las lluvias para disfrutar de comida fresca aquella cancioncilla que decía:
Caracol, col, col
saca tus cuernos al sol
que tu padre y tu madre ya los sacaron
Caracol, col, col
en cada ramita
lleva una flor.
Que viva la baba,
de aquel caracol.
Confieso que lo de la baba no lo recordaba, jajajaja. Y claro que los animamos a sacar los cuernos
al sol, porque en Asturias, al menos en aquellos tiempos de mi infancia, en cuanto salía un poco el
sol había que sacarlo todo: los cuernos, los brazos, los bañadores, las bicicletas, … porque un
rayin de sol era un bien muy preciado y escaso. Te contaré que siempre os he admirado, con vuestra casa a cuestas, donde refugiarse cuando no os apetece ver a nadie, un lugar seguro, salvo de las pisadas de algún senderista que os manden por sorpresa al mencionado paraiso caraconil (ufff, me inventé un palabro jejeje). A mi me gustaria ir a así por la vida, con lo puesto, sin más, y de aquí para allá con tranquilidad, babeando por hierbas jugosas. Viviendo sencillamente y gozando de las cosas simples. Los seres humanos nos hemos vuelto demasiado complicados y vamos por la vida siempre corriendo, exigiendo, sin disfrutar de cada ratito de vida porque hay muchas cosas a nuestro alrededor que nos distraen y nos hacen perder la esencia.
Flinn has tenido una buena vida terrenal. Has sido inspiración y también nos has provocado sonrisas y emociones. Como decía, eres un cuentero más y desde aquí hoy te mando un recuerdo babeante de cariño.
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CARTA DE FLINN
(Autora: MANUELA BODAS)
Flinn
Flinncolandia - Vía Láctea
Galaxia de la Energía
Buena
Cuento
Cuentos Contigo
Poniendo
Historias
Varsovia
en León
Queridos cuentistas y querida familia de M.O.B.T.
No he podido resistir la
tentación de presentarme, entre vosotros, aunque solo sea por misiva.
Desde que traspasé la dimensión terráquea, muchas cosas
me han sucedido, y debo decir que todas buenas, vamos que estoy “flinnpando”. Pero me quedo con una que
me ha emocionado muy profundamente:
-Hola Flinn,
escucho en la cúpula celeste
Una estrella se me acerca.
-¡Qué emoción! No sé qué debo hacer
¿La espero quieto? ¿Me acerco a
ella?
-¡Qué hermosa es! ¡Hermosa, muy
hermosa!
me sube la emoción hasta la
caracola.
Se va acercando y una brisa suave,
llena de aroma de paz, me envuelve.
Se posa en mi caracola. Es tan
hermosa.
-¡Gracias Flinn! -¿Gracias, pero por
qué?
-Bueno, yo he sido una estrella tan
pequeña,
que nunca he podido ser guardiana
de un alma. Ahora, por fin, puedo
flinnpar
y tener una misión en esta energía
sideral.
Siempre, eternamente, seré tu guía,
viviré infinitamente sobre tu
caracola.
Seremos amigos por los tiempos de
los tiempos,
nos apoyaremos, y ayudaremos a otras
estrellas,
a encontrar a sus amigos eternos.
Mis ojos, aunque cerrados para siempre,
estaban llenos de luz y de
agradecimiento
a mi buena estrella y a las
estrellas
que había dejado en la tierra.
Os amo y os dejo un mensaje de calma
desde esta otra vida de reposo.
Ahora
comprenderéis que esté flinnpando y no en colorines, sino en una luz mágica y
pura que me deja observar todo lo bueno que me ha pasado.
¡Ah! Se
me olvidaba, si alguna vez andáis así, un poco tristes, os he observado en esa
vida terrena, y sois dados a bajar la guardia ante cualquier adversidad, como
digo, cuando estéis babeando tristeza, acordaros de mí. En ese recuerdo, os
enviaré desde aquí un poquito de luz. De esta luz que me ha dado mi buena
estrella.
Sólo
desearos, calma, salud, armonía y muchas tardes de cuentos. Y gracias, muchas
gracias por CONTAR CUENTOS CONMIGO.
Flinn
Sideral.
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LA CONCHA DEL PASADO
(Autor: LUIS FERNANDO GONZALEZ)
Hace muchos años que me dedico a la arqueología, los largos años de carrera inculcaron en mí un gusanillo que me llevó a explorar los lugares más ignotos del planeta y sin haber pretendido nunca ser un Indiana Jones, he de reconocer que he descubierto cosas que harían palidecer a compañeros más maduritos y con actitudes ya vetustas y de otra generación.
Todo esto me llevó a ser jefe del departamento del área de antigüedades antiguas de la facultad de Historia prehistórica en la Universidad Ancient Comunity Vintage. Un importante cargo que por derecho se lo tendrían que haber dado al profesor más anciano del área, pero que al comprobar mis sorprendentes dotes y conocimientos no tuvieron más remedio queconcedérmelo a mí, un pipiolo de 70 años de edad al que le quedaban todavía sin duda muchas cosas por descubrir.
Pues allí estaba yo, sentado en mi despacho con los pies encima de la mesa y tomando el primer café de la mañana cuando recibí una llamada inesperada, y cuando digo inesperada no me refiero a la llamada en sí, cualquiera que tenga un teléfono sobre la mesa puede esperar que le llamen, lo de inesperada es por el lugar de procedencia, ¡de la Argentina del Sur de América!, ni más ni menos. Así que dejé el café que ya me quemaba los dedos sobre la mesa, me ajusté el nudo de la corbata, y con voz engolada contesté como siempre diciendo mi nombre Heriberto del Pasado, ¿dígame?
Sin duda la llamada tenía su enjundia. Me llamaban para decirme que habían encontrado una concha, si si, una concha antiquísima que les parecía super rara y que no tenían forma de datarla. Yo sólo con oír esto me puse en modo argentino, pensé que me había tocado “la polla” sin haber jugado y que una
suerte como esa no se encontraba todos los días.
La concha no podía ser más que del ilustre y nunca bien ponderado caracol llamado Flinn, más conocido en términos académicos como “Flinn el aventurero”. Numerosa bibliografía escrita en gruesos volúmenes daban testimonio certero de todo lo que ya estaba imaginando. Así que no podía hacer otra cosa, me puse las gafas de sol, cogí mi sombrero fedora y reservé un billete para el vuelo directo más cercano que hubiera. Pero antes tendría que avisar al estudiante chino de intercambio Guan Ho-Tsé, o Juanjo, como le llamaban sus compañeros, que desde que le conocía y empezó a asistir a mis clases no sé porqué misteriosa razón no dejaba de preguntarme por el glaciar “Perito Morenno”, Pelito Moleno decía él. Visitarlo era un sueño que deseaba
cumplir antes de morir.
El vuelo directo tardó sus 12 horas consabidas, 12 horas que pasé a ratos durmiendo y a ratos recordando las aventuras de ese simpático caracol bonachón y pendenciero. Me preguntaba cómo habría vuelto a la tierra de sus antepasados, bueno, más bien de los antepasados de quien lo crio, cuidó y mantuvo contento en vida. Quizás el caracol tuviera sus siete apellidos argentinos y no lo supiéramos, por lo que un análisis de ADN confirmaría esta circunstancia y como última voluntad sería de justicia devolverlo a sus orígenes.
El centro arqueológico estaba en medio de la Pampa, rodeado de pastizales y vacas que comían a su libre albedrío. La excavación estaba a medio realizar pero por el lugar y el tipo de terreno no tuve duda. Observé con detalle el resto de babas, las plantas de las que se alimentó, los objetos que le hicieron compañía en sus últimos días y por fin ¡la concha!. Allí estaba, grande, perfecta, todavía con un poco de lustre y humedad que provenía del ambiente.
Comencé a salivar como los perros de Paulov (o como los caracoles de la Pampa) pensando en toda la información que de allí podría sacar. Con cuidado la extrajimos del lugar, la metimos en una caja acondicionada y la enviamos por correo expreso a la Universidad.
Yo por no desaprovechar el viaje y dado que mi a alumno chino Juanjo tenía tanto interés, decidí hacer una ruta turística y que mejor después de encontrar la concha que ir al Pelito Moleno. Así que alquilamos un coche y durante una semana visitamos parajes realmente bellos.
De vuelta a la Facultad de estudios Antiguos pude confirmar con un estudio exhaustivo todo lo que los libros contaban sobre Flinn. Pequeñas marcas en su concha daban credibilidad a cada una de sus aventuras y por ello podía certificar que nos hallábamos ante uno de los tesoros más grandes que jamás hayan sido encontrados.
Ahora se conserva en una urna de cristal transparente, con medidas de temperatura y humedad adecuadas, en un lugar destacado de nuestra Universidad. La iluminación proviene de pequeñas luces led que Guan Ho-Tsé pudo comprar a precio razonable y la instalación la puso su primo El Chi-Spas que vivía en su mismo barrio.
Ya se ha declarado centro básico de investigación y catedráticos eméritos del Estado y otros países, vienen en peregrinación a conocer y admirar, en vivo y en directo, La Concha de Flinn.
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