Relato elegido por los lectores de cuento cuentos contigo
en el V reto semanal.
Un día la echamos en falta. Como ese adorno invisible por la rutina del que te percatas precisamente cuando desaparece.Todos en el barrio la llamábamos "La abuela". Como no tenía familia conocida, la habíamos adoptado. Ella ejercía de tal pero no del tipo que soborna a sus nietos con chucherías. La recuerdo como ese bálsamo para el llanto por la rodilla pelada. Y cuando se arremangaba las faldas para darle unas patadas al balón. (En aquella época no jugábamos en un sillón, sino en la calle)
El abuelo de Marcos afirmaba que la había conocido cuando era sólo un niño. Era evidente que chocheaba.
El día que desapareció, el barrio se sintió culpable por haber extraviado algo tan valioso. Ni en parques, ni en hospitales, ni ... ni rastro.
Ahora el abuelo soy yo y el cariño de aquella mujer es mi referencia, lo más parecido a una abuela de verdad que he podido tener.
Esta mañana me crucé en la plaza con "La abuela'. Me saludó sonriente antes de entrar en el super. Con naturalidad, como si mis últimos cincuenta años hubieran sido un sueño. Le habría formulado un montón de preguntas, pero mi mandíbula estaba desencajada.
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