(Composición fotográfica de Luis Fernando Gonzalez)
Este relato fué elegido por María Lombas, protagonista de la sección "poniendo historias", entre todos los que surgieron inspirados en su interpretación al violonchelo en el 6º encuentro que cuento cuentos contigo celebró el pasado mes de noviembre
María Lombas tocando su violonchelo
( Foto; Marcelo Oscar Barrientos Tettamanti)
Siempre la estuve buscando,
pero quién me iba a decir a mí que la encontraría en una pequeña cafetería, en
el centro de una pequeña ciudad y formando parte de mi pequeño mundo. Fue en
una tarde soleada de otoño mientras la primavera resplandecía tras el amplio
cristal.
La música clásica siempre ha
formado parte de mi vida, desde pequeño he escuchado cientos de sinfonías,
cantatas, óperas, oratorios y músicas de cámara; por eso, que fuera Ella quien
sacara las notas musicales del instrumento que dicen más se parece a la voz
humana, se convirtió en un sumum que, para mí, llegó a convertirse en sublime.
Esa mezcla, maridaje perfecto de mujer y música, llegó a embriagarme como un
vino exquisito produciéndome un mareo, que por suerte no llegó a vahído, cuando
de sus finas manos empezó a brotar la cálida melodía de un adagio barroco.
Marcello la miraba, estoy seguro de ello, apostado en un rincón de la cafetería
inspiraba a esos dedos que deslizándose por el mástil convertían cada nota en fragancia
del mar. Horas de ensayos, repitiendo siempre lo mismo, daban muestra de su
maestría y sacaba el máximo rendimiento a un violoncello con alma de coral. Yo
la miraba a Ella y viéndola, sentía la vibración de las cuerdas adentrándose
por mi oído hasta llegar al corazón que aceleraba su palpitar.
La tarde se fue convirtiendo
en noche. Entre palabras llenas de poesía y belleza, su música nos acompañaba,
nos cubria con su manto que, lleno de flores, nos hacía reflexionar. Cuentos de
lugares lejanos, de personajes insolitos, historias aferradas a la tierra o
volátiles como aves migratorias que nunca se quedan en el mismo lugar. Pero era
Ella quien nos contó la mejor historia, viniendo desde el Renacimiento hablaba
y hablaba frotando su arco formando palabras negras, blancas, redondas, con
corcheas y semicorcheas. Nunca un cuento fue mejor contado, ni una historia
mejor imaginada. Hablando con su lenguaje universal convocaba a nuestros
espíritus para próximos encuentros donde poder verla y arroparnos con su música
una vez más. Yo así esperaba que fuera, volver a encontrarla en una pequeña
sala o en un gran auditorio, pero siempre viéndola a Ella, la Venus botticelliana
que por suerte salió de su venera y nos vino a acompañar.
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