-No se puede ir así por
la vida, con esos pelos despeinados todo el día, pensando que porque te has
puesto los vaqueros menos viejos que tienes ya vas bien vestida, con esos
zapatos de punteras peladas y esa chaqueta de lana llena de bolitas. Te
presentas aquí para que te dé el visto bueno pero… ¿tú crees que esa es manera
de enfrentarse a una entrevista de trabajo?
Vas a presentar un proyecto delante de siete personajes y te traes el
ordenador y las copias del proyecto ¡en
una bolsa de reciclaje de las que dan en el supermercado!¡pero en qué mundo
vives! Necesitas que te compren sí o sí, estas en una situación extrema, tus
hijos, por dios, Clara, ¡piensa en tus hijos! ¿Qué va a ser de vosotros cuando
se te termine el subsidio de desempleo?
Qué va a ser de nosotros cuando se me acabe el subsidio
de desempleo. Así que me puse en sus manos, mi hermana es un fenómeno
organizando cosas, lo que sea, es de ese tipo de personas que siempre lo tiene
todo claro, joder, nunca entendí porque ella sí y yo no: nos educaron los
mismos padres, el mismo ambiente, el mismo colegio… todo lo mismo, hasta
dormíamos en la misma habitación y sin embargo ella se come la vida y a mí la
vida me come, sin solución.
-A
ver, espabila colega; pantalón negro de vestir, busca la blusa que más te guste
de mi armario, los zapados de medio tacón y como te vea dar un traspié con
ellos te meto una colleja, haz el favor de coger unos calcetines de media del
cajón de Pedro.-
-No se
mosqueará porque le coja unos calcetines.-
-No se
va a enterar, tranquila.-
-Prefiero
que me dejes unos tuyos.-
-No te
los dejo y punto.-
Ella es buena gente, pero
tiene sus cosas, sabe que solo de pensar que llevo los calcetines de mi cuñado
no voy a estar relajada ni un minuto, no tengo nada que decir de mi cuñado,
pero no me gusta llevar sus calcetines, pienso en esos pies enormes y peludos y
se me encogen las tripillas, pero me los pongo dócilmente. Que me haya dejado
elegir una blusa me lo compensa todo, además su ropa huele a colonia, aunque
esté recién lavada y planchada, a colonia mezclada con su propio aroma, oler a
eso me tranquiliza, me da seguridad, nada más que me pongo la blusa me veo con ánimos
para comerme el mundo, ya tengo a esos siete metidos en el bolsillo, ya les he
vendido mi producto, ya me lo quitan de las manos y estoy firmando un contrato.
Y eso es lo único que quiero, firmar un contrato.
No me
dejo tocar el pelo, así que mientras se va al trastero a buscar su viejo
maletín me quedo sola en el servicio fingiendo que me peino, me gusta mi media
melena desordenada, tan pronto me la puedo poner toda para atrás y quedarme con
la cara despejada, como con un
movimiento de nuca la puedo traer toda hacia delante para darme un
respiro de este puto mundo. Un poco de brillo en los labios, un poco de rímel
en las pestañas, nada de lápiz de ojos ¡nada más de nada! Oigo la puerta ya
vuelve con su precioso maletín.
-A ver
qué traes en esa bolsa: el portátil, diez copias del proyecto, ¿no decías que
eran siete?.-
-Ya,
por si acaso.-
-Bien
pensado. El móvil, el tabaco, el mechero, la cartera; ¿nunca te ha explicado
nadie que hay unas cosas que se llaman bolsos y que se usan para llevar todo
esto?-
-Déjame
en paz, me estas poniendo más nerviosa.-
-A ver,
pilla todo eso y mételo con orden en el maletín.-
Lo meto en el maletín, lo
meto con dedicación como si de esa manera de meter dependiese todo. Y lo
cierro. Ya está. Me observa desde sus zapatillitas con forma de mocasín, me
mira y sé que se siente orgullosa de lo bien que he quedado. Sonríe y luego me
abraza murmurando en la oreja que ya les tengo convencidos. Acaricia el maletín
y me lo pone en la mano.
-Podrás
con ello, estoy segura.-
Mientras voy hacia la
sede de H&J S.A me siento como se debió de sentir Moises al cruzar el Mar
Muerto, con todo ese mogollón de gente detrás de él, y empujo el asfalto con tanta
decisión que la puerta de H&J SA está delante de mí antes de lo previsto.
No quiero esperar, me encantaría llegar y poder entrar sin tener que esperar,
esperar me tortura, no valgo para esperar, ya he esperado demasiado, no quiero
espera. Y todo va viento en popa porque no espero.
Entro en la sala. Una luz blanquísima cae sobre la cabeza
de mis siete oponentes y se desparrama por la mesa larga e impoluta, me
presento y explico brevemente por qué estoy allí, alguien me dice que tengo
quince minutos para hacer mi presentación y convencerles. Poso el maletín sobre
la mesa y me dispongo a abrirlo. Pero el maletín no se abre. Hay un silencio
expectante. No me quiero poner nerviosa y menos aun que se me note, pero cuando
comprendo la puñetera situación empiezo a sudar.
-¿Tiene alguna dificulta?-
-No consigo abrir el
maletín, les pido un minuto de paciencia.-
-Permítame ayudarle.-
Y se van levantando,
primero uno, luego otro más y así hasta que están todos alrededor del maletín,
forcejeando, desarrollando sus estrategias de habilidad o de fuerza y el
maldito no se abre. Una voz se sobre pone al murmullo general.
-Señores
han pasado los quince minutos, les ruego que ocupen sus asientos y a la señora
Clara que abandone la sala. Siento el percance, querida, pero ya ve que no está
en nuestras manos hacer nada. Quizá, para la próxima vez.-
Estoy
sentada a la vereda de un caminito rustico del parque, estoy sentada encima del
maletín y, tras quitarme los zapatos y los calcetines de mi cuñado, he metido
los pies en un charco fantástico que parece que alguien ha puesto aquí a
propósito. Oigo sonar el móvil, debajo de mi culo, dentro del maletín. Me vuelven
a entrar las ganas de llorar. Menuda mierda de día.
En estos casos pienso que deberíamos saber más acerca de las personas para poder dar la oportunidad que seguro se merecen.
ResponderEliminarYa sé que la vida es así, a mi también me maltrata, pero me jode que no tenga su oportunidad. Esto no es un simple relato, es una secuencia de la vida, para desgracia de los personajes muy repetido.
Gracias por leer y decir Pitofiño. La vida misma sí... eso buscaba.
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