Hoy
mientras me sonríes intentando disimular la angustia, hago bromas con nuestra
historia, con nuestros recuerdos; sé, que tienes arrugado el alma, asustado el
corazón y que hoy, podríamos agarrarnos de las manos, tan fuertemente que, por
fin, sentiríamos que siempre han estado unidas y juntas.
Mientras
paseamos despacio por el pasillo del hospital, después de llorar y reír, de ir
al pasado y volver con la sonrisa de dos viejas amigas, me has dicho muy
bajito, que en algún momento de nuestra amistad ocupé el lugar del amor, no
correspondido, por la distancia y en la emoción de la imaginación, vergüenza y
respeto, educación, siempre en silencio, siempre en lo más profundo del alma,
en el sitio que ocupan los secretos y, que con los años, aquella duda, deseó
salir y nunca pudo.
Las
lágrimas han brotado como ríos de lluvia por nuestras mejillas empapando
nuestra ropa y agarradas de la mano, apretadas y sujetas al palo del gotero,
hemos caminado despacio como el caracol; nos unimos con nuestro tronco de
madera, aquel donde escondíamos los papeles secretos de nuestros sueños y
deseos y mañana cuando llegue el momento de la despedida tú, te convertirás en
un árbol joven y yo seré la bruma que envuelva tu espacio, hasta que todos
seamos uno, recuerdo y dibujo de un papel eterno.
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